“Si descubre que está cabalgando un caballo muerto, desmonte”
Pero en nuestras relaciones de trabajo, cuando la gerencia y el equipo no son eficientes, lejos de aplicar soluciones objetivas y profesionales, adoptamos diferentes estrategias:
- Buscamos un látigo más fuerte.
- Cambiamos de jinete.
- Decimos “Siempre lo hemos cabalgado así”
- Creamos un grupo de trabajo para analizar al caballo.
- Visitamos otras tribus para ver como ellos cabalgan sus caballos muertos.
- Desarrollamos nuevos estándares de calidad para montar caballos muertos.
- Creamos una fuerza de choque para revivir el caballo muerto.
- Incorporamos una unidad de entrenamiento, para aprender a cabalgar mejor.
- Hacemos comparaciones entre diferentes caballos muertos.
- Modificamos los criterios que definen cuando un caballo está muerto, y cuando no.
- Traemos gente de afuera para que intente cabalgar el caballo muerto.
- Juntamos varios caballos muertos, para que corran más rápido.
- Explicamos que “un caballo no puede estar tan muerto que no pueda ser fustigado.”
- Invertimos para mejorar el desempeño del caballo muerto.
- Contratamos un estudio para ver si conseguimos consejeros más baratos.
- Compramos algo que haga que los caballos muertos corran más rápido.
En todo caso el estudiante conformista se resigna ante un facilitador deficiente, el profesional común se conforma con estar en un medio sea o no eficiente y el gerente menos apto aspira una subordinación que le asegure permanencia y no un equipo de trabajo exigente.
En en plano educativo, profesional, familiar y afectivo, “si descubre que está cabalgando un caballo muerto, desmonte”
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